Cuando sostenemos que estamos construyendo
una educación Pública, Popular y Latinoamericana, claramente nos ubicamos en las antípodas del paradigma educativo que
se instaló en la década del 90, cuando el modelo neoliberal nos dejaba una
nefasta ley federal de educación, que
estaba en sintonía con las olas de desocupación y pobreza, que dejaba a
millones de compatriotas excluidos, también de la educación pública. Hoy
atravesamos otra etapa para la educación pública, donde el estado nacional, va
modificando diferentes aspectos de este sistema, invirtiendo el 6% de su PBI,
en los distintos niveles del sistema educativo, realizando un gran número de
capacitaciones para los trabajadores de la educación, con programas para las
escuelas técnicas ubicándola en el centro del proyecto nacional.
Entonces encontrándonos hoy en esta
situación, como trabajadores de la educación tenemos la responsabilidad
pedagógica y social de reflexionar sobre el rol de la educación pública como
transmisora de saberes, pensar que tipo de saberes trasmitimos y para qué. En
este sentido nos encontramos con por lo menos dos formas de construir el
proceso de aprendizaje de nuestros pibes, uno es el de la escuela tradicional
pensada en otro siglo, que nos formaba en un esquema donde lo importante era
aprender a obedecer, aprobar un examen, pasar de año, etc., y otra perspectiva
es la que venimos a sostener aquí, donde el proceso de aprendizaje se produce
cuando nuestros pibes comprenden que ese saber nuevo que incorpora, puede ser
un aporte para su emancipación, que ese saber también fue parte de una
construcción histórica y que puede servirle para proyectar su futuro. Cuando se
internaliza un saber, y se comprende la importancia que tiene para nuestra
historia y en la historia en general podemos decir que hubo aprendizaje. Un
ejemplo concreto de lo expresado anteriormente podría ser cuando uno analiza un
mapa planisferio, de poco serviría que los chicos/as aprendan de memoria el
nombre de los países y después lo olvidaran, en cambio podríamos explicar y
compartir el porqué de la construcción del planisferio de Mercator, situando a
los países imperiales de Europa en el centro (visión eurocéntrica), esta
construcción geopolítica respondía a la centralidad del poder mundial en ese
tiempo histórico. En los últimos años en nuestro país cambiamos la visión,
localizando a América Latina en el centro del mapa político, pero sin la
perspectiva imperialista.
Por eso es fundamental que como
trabajadores de la educación, la cual lleva en sí una profunda decisión
política, vayamos desenmascarando las tramas del poder hegemónico que se
expresa también en las formas de educar. Nosotros además debemos tener un
compromiso con toda la comunidad educativa, docentes, estudiantes, familias, y
tener siempre presente el lugar donde estamos desarrollando nuestro práctica, e
insistir con la idea que la escuela pública tiene que ser el mejor lugar para
nuestros pibes, ya no como un lugar de encierro sino como un lugar de libertad
y de emancipación, donde la mayor transgresión que podemos hacer en este
sistema injusto, es desarrollar la inteligencia común que nos permita luchar
contra la opresión. Y donde es fundamental compartir la convicción, (respetando
la inteligencia del otro),de que los cambios son posibles. En definitiva es
esencial educar para la igualdad material y simbólica, y para ampliar las
formas de expresiones culturales.
Y tenemos la certeza que en la última
década Latinoamérica está viviendo uno de los procesos más importantes de su
historia, porque estamos atravesando un tiempo histórico donde los gobiernos se
parecen mucho más a sus pueblos, donde las mayorías son incluidas en este
proceso emancipatorio, sin tutelaje extranjero, sino que surge de las entrañas
mismas de la Patria Grande, y debemos afirmar que estos hechos son
profundamente educativos para nosotros y para las generaciones futuras, porque
estamos construyendo pisos de derechos a los cuales los pueblos accedemos y
donde conscientes de esto ya no nos podrán hacer volver al pasado, donde eran
vilipendiados los derechos de inclusión y justicia social de los humildes y los
trabajadores. Por esto decimos que A LOS 90 NO VOLVEMOS, porque el fuerte
aprendizaje colectivo que vamos construyendo al generar mayores niveles de
integración e igualdad son las que nos permiten decir que Latinoamérica
encontró su propio camino.
"La razón de
ser de la educación liberadora radica en su impulso inicial conciliador. La
educación debe comenzar por la superación de la contradicción
educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de los polos, de tal manera
que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos...La acción del
educador humanista, revolucionario, al identificarse con la de los educandos,
debe orientarse en el sentido de la liberación de ambos... Su acción debe estar
empapada en una profunda creencia de los hombres. Creencia en su poder creador.
Todo esto exige que sea, en su relación con los educandos, un compañero de
estos...La liberación autentica implica la acción y la reflexión de los hombres
sobre el mundo para transformarlo" Paulo Freire
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