A LOS 90' NO VOLVEMOS
Por Fernando
Gomez
Una consigna encierra, decididamente, una línea de
pensamiento. Se pinta en las paredes, se grita y se hace canción,
pero fundamentalmente, se la piensa, se la debate y se la construye.
Cuando planteamos que a los noventa no volvemos, estamos
transformando en consigna una certeza estratégica, un objetivo en el
horizonte y un desafío político.
Desde hace un tiempo a esta
parte, venimos sosteniendo que atravesamos un tiempo plagado de
operaciones tanto en el plano económico, como político, que apuntan
a generar un escenario de desestabilización que deslegitime la
conducción estratégica de Cristina y empuje a éste proyecto
político al lodo de la incertidumbre acerca de su futuro.
En el
paroxismo de la locura que atraviesan los grupos económicos de la
comunicación, La Nación titulo el último once de noviembre que “el
dólar blue, en baja por el ritmo que ya impone el futuro gobierno”.
Aclarando, en la nota, el Nostradamus de la oligarquía señala “El
tiempo hasta el cambio de Gobierno se acorta, y con ese acortamiento
cae la incertidumbre”.
Los peronistas, que estamos obstinados
en hacer política en la vida real, contamos con una certeza
estratégica que nos permite concluir que aquél 20 de Diciembre de
2001 construimos el fin del neoliberalismo, y que sólo un puñado de
trasnochados, pueden caer en la cuenta que estamos en vísperas de su
regreso.
Y para poder concluir en lo inexorable de la victoria
política del Frente para la Victoria en el próximo escenario
electoral, contamos con certezas bastante mas profundas que la
futurología con la que se nutren los herederos de Bartolomé Mitre.
Desde el mismo momento en que Néstor Kirchner nos propuso un
sueño, hasta ésta realidad marcada por la conducción estratégica
de Cristina, hemos logrado consolidar un nuevo umbral de conquistas
populares sobre los que se ha vertebrado un nuevo piso de conciencia
popular acerca del rumbo a transitar para alcanzar los sueños y
esperanzas que aún se inscriben como demandas en el corazón de
nuestro pueblo.
Es ese factor, y no otro, el que nos ha permitido
recuperar en el peronismo el rol de la conducción estratégica.
Cristina es indiscutiblemente quien encarna la síntesis de estos
diez años de conquistas populares, de ello, que la legitimidad de
esa conducción no se asiente sobre su rol como Jefa de Estado, si
no, fundamentalmente, en ser la referencia para nuestro pueblo de los
sueños que se remontaron desde el infierno neoliberal. Hasta los
propios fabricadores de encuestas han tenido que reconocer la enorme
“imagen positiva” que aun conserva Cristina en sus “consultados”.
Nosotros usaríamos las palabras “amor” y “pueblo”, pero la
certeza es la misma.
Tenemos conducción, y también tenemos
organización. A lo largo de éstos años hemos asistido a un proceso
inédito en nuestra historia democrática reciente de protagonismo de
la militancia en la vida política. Aquellas mil flores con las que
Néstor soñaba han florecido en una Argentina que recupera la
política como herramienta transformadora. Y esto necesariamente
eleva el umbral de conciencia popular.
No hay miedo ni
incertidumbre posible que puedan empujar a un pueblo a suicidar sus
intereses materiales en el altar del odio. Menos aún, cuando ese
pueblo empieza a transitar un camino de organización que consolida
su mirada acerca del destino de nuestra Patria.
Extraño fin de
ciclo el que argumentan los profetas del odio. Más extraño aún si
le echamos una mirada al mapa de la oposición con el que pretenden
enfrentar a un gobierno que ha logrado resolver favorablemente
necesidades de un pueblo que, además, se organiza y encuentra un
liderazgo que sintetiza sus objetivos.
A lo largo de éstos once
años, los grupos económicos y la oligarquía, no lograron encontrar
su encarnadura política. La oposición es una hoguera de vanidades
en la que se incendian los intereses de las minorías. Los medios de
comunicación han hecho su tarea. Miles de operaciones de prensa
destinadas a generar un malhumor social que deslegitime la acción de
gobierno.
Los Grupos Económicos también han hecho su trabajo,
han financiado operaciones económicas para desgastar las finanzas
del Estado con corridas cambiarias permanentes, han intentado licuar
el bolsillo de los trabajadores con escaladas de precios,
profundizando la cartelización y el monopolio.
Pero no han
logrado encontrar a quien capitalice políticamente, o al menos
electoralmente, ese descontento social que carece de proyecto común,
pero que puede abonar a opciones electorales coyunturalistas como han
sido la de De Narvaez o Massa en el pasado.
El fracaso del
proyecto opositor se asienta sobre sus propias incapacidades y su
vedetismo suicida, que los está arrinconando a una nueva e
inexorable derrota.
“¿Cómo no caer de rodillas ante el altar
de la certeza?” decía Umberto Eco. Por eso, cuando decimos “a
los noventa no volvemos” lo decimos con la convicción estratégica
que tomamos de éste puñado de certezas.
Pero tampoco somos
ingenuos, y sabemos que en la misma consigna se encierra un objetivo
permanente para la militancia.
No sólo debemos profundizar el
camino de organización popular que nos permita consolidar aquel piso
de conciencia del que hablábamos, también tenemos el enorme desafío
de encontrar quien exprese al Frente para la Victoria en el escenario
electoral que se avecina. Para que en el camino de garantizar la
continuidad de éste proyecto, avancemos en su profundización para
ir por lo que falta.
Los grupos económicos no descartan activar
un plan B, que ante la certeza de la victoria electoral de éste
proyecto, asuman como mal menor la idea de que lo exprese un
candidato que comulgue con sus intereses. En el seno de nuestro
proyecto todavía convivimos con un establishment político que está
dispuesto a hacerles ese juego. Son los que se animan a desafiar a la
conducción estratégica de Cristina para imponer las condiciones que
permitan que haya un solo candidato que exprese al peronismo en las
próximas elecciones, y que casualmente sea el que “mas mide”
según los fabricadores de encuestas, y además, como si fuera poco,
sea aquél que resulta mas confiable para los intereses de las
corporaciones.
Sigue siendo tarea impostergable de la militancia
generar las condiciones políticas para que el próximo candidato
exprese la profundización de éste proyecto. Pero también, se suma
a ello, la necesidad que se consolide una sola candidatura que logre
sintetizar a los compañeros que genuinamente expresan la conducción
política de Cristina y el sentido propio de éste proyecto nacional.
Darle batalla al que “mas mide” desde una propuesta de
síntesis y unidad, es un objetivo para la militancia, para seguir
construyendo mas sólidamente ese muro que le ponga freno a la
restauración neoliberal, y que esa pared, tenga menos bosta, y más
barro.
El Poeta Ramón del Valle Inclán dijo alguna vez que “Lo
mismo da triunfar, que hacer gloria la derrota”, nosotros estamos
decididos a hacer todo lo contrario. Somos conscientes que una
derrota del Frente para la Victoria en las próximas elecciones es el
peor escenario para nuestro pueblo, que los trabajadores y los mas
humildes no tienen tiempo para boludeces. Por mas bosta que tenga
aquél muro que estamos construyendo, debemos sostenerlo para que el
proyecto del enemigo no le pase por arriba a las conquistas
alcanzadas.
Por eso, la consigna “a los noventa no volvemos”
también la decimos con los dientes apretados, porque asi como
estamos dispuestos a seguir construyendo ese muro que ponga freno al
neoliberalismo, también estamos dispuesto a no dejar piedra sobre
piedra que no sea peronista.-
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