domingo, 30 de noviembre de 2014

A LOS 90' NO VOLVEMOS


 

Por Fernando Gomez



Una consigna encierra, decididamente, una línea de pensamiento. Se pinta en las paredes, se grita y se hace canción, pero fundamentalmente, se la piensa, se la debate y se la construye. Cuando planteamos que a los noventa no volvemos, estamos transformando en consigna una certeza estratégica, un objetivo en el horizonte y un desafío político.
Desde hace un tiempo a esta parte, venimos sosteniendo que atravesamos un tiempo plagado de operaciones tanto en el plano económico, como político, que apuntan a generar un escenario de desestabilización que deslegitime la conducción estratégica de Cristina y empuje a éste proyecto político al lodo de la incertidumbre acerca de su futuro. 


En el paroxismo de la locura que atraviesan los grupos económicos de la comunicación, La Nación titulo el último once de noviembre que “el dólar blue, en baja por el ritmo que ya impone el futuro gobierno”. Aclarando, en la nota, el Nostradamus de la oligarquía señala “El tiempo hasta el cambio de Gobierno se acorta, y con ese acortamiento cae la incertidumbre”. 


Los peronistas, que estamos obstinados en hacer política en la vida real, contamos con una certeza estratégica que nos permite concluir que aquél 20 de Diciembre de 2001 construimos el fin del neoliberalismo, y que sólo un puñado de trasnochados, pueden caer en la cuenta que estamos en vísperas de su regreso.
Y para poder concluir en lo inexorable de la victoria política del Frente para la Victoria en el próximo escenario electoral, contamos con certezas bastante mas profundas que la futurología con la que se nutren los herederos de Bartolomé Mitre.


Desde el mismo momento en que Néstor Kirchner nos propuso un sueño, hasta ésta realidad marcada por la conducción estratégica de Cristina, hemos logrado consolidar un nuevo umbral de conquistas populares sobre los que se ha vertebrado un nuevo piso de conciencia popular acerca del rumbo a transitar para alcanzar los sueños y esperanzas que aún se inscriben como demandas en el corazón de nuestro pueblo.


Es ese factor, y no otro, el que nos ha permitido recuperar en el peronismo el rol de la conducción estratégica. Cristina es indiscutiblemente quien encarna la síntesis de estos diez años de conquistas populares, de ello, que la legitimidad de esa conducción no se asiente sobre su rol como Jefa de Estado, si no, fundamentalmente, en ser la referencia para nuestro pueblo de los sueños que se remontaron desde el infierno neoliberal. Hasta los propios fabricadores de encuestas han tenido que reconocer la enorme “imagen positiva” que aun conserva Cristina en sus “consultados”. Nosotros usaríamos las palabras “amor” y “pueblo”, pero la certeza es la misma. 


Tenemos conducción, y también tenemos organización. A lo largo de éstos años hemos asistido a un proceso inédito en nuestra historia democrática reciente de protagonismo de la militancia en la vida política. Aquellas mil flores con las que Néstor soñaba han florecido en una Argentina que recupera la política como herramienta transformadora. Y esto necesariamente eleva el umbral de conciencia popular.
No hay miedo ni incertidumbre posible que puedan empujar a un pueblo a suicidar sus intereses materiales en el altar del odio. Menos aún, cuando ese pueblo empieza a transitar un camino de organización que consolida su mirada acerca del destino de nuestra Patria. 


Extraño fin de ciclo el que argumentan los profetas del odio. Más extraño aún si le echamos una mirada al mapa de la oposición con el que pretenden enfrentar a un gobierno que ha logrado resolver favorablemente necesidades de un pueblo que, además, se organiza y encuentra un liderazgo que sintetiza sus objetivos. 


A lo largo de éstos once años, los grupos económicos y la oligarquía, no lograron encontrar su encarnadura política. La oposición es una hoguera de vanidades en la que se incendian los intereses de las minorías. Los medios de comunicación han hecho su tarea. Miles de operaciones de prensa destinadas a generar un malhumor social que deslegitime la acción de gobierno. 


Los Grupos Económicos también han hecho su trabajo, han financiado operaciones económicas para desgastar las finanzas del Estado con corridas cambiarias permanentes, han intentado licuar el bolsillo de los trabajadores con escaladas de precios, profundizando la cartelización y el monopolio.
Pero no han logrado encontrar a quien capitalice políticamente, o al menos electoralmente, ese descontento social que carece de proyecto común, pero que puede abonar a opciones electorales coyunturalistas como han sido la de De Narvaez o Massa en el pasado. 


El fracaso del proyecto opositor se asienta sobre sus propias incapacidades y su vedetismo suicida, que los está arrinconando a una nueva e inexorable derrota.
“¿Cómo no caer de rodillas ante el altar de la certeza?” decía Umberto Eco. Por eso, cuando decimos “a los noventa no volvemos” lo decimos con la convicción estratégica que tomamos de éste puñado de certezas.
Pero tampoco somos ingenuos, y sabemos que en la misma consigna se encierra un objetivo permanente para la militancia. 


No sólo debemos profundizar el camino de organización popular que nos permita consolidar aquel piso de conciencia del que hablábamos, también tenemos el enorme desafío de encontrar quien exprese al Frente para la Victoria en el escenario electoral que se avecina. Para que en el camino de garantizar la continuidad de éste proyecto, avancemos en su profundización para ir por lo que falta. 


Los grupos económicos no descartan activar un plan B, que ante la certeza de la victoria electoral de éste proyecto, asuman como mal menor la idea de que lo exprese un candidato que comulgue con sus intereses. En el seno de nuestro proyecto todavía convivimos con un establishment político que está dispuesto a hacerles ese juego. Son los que se animan a desafiar a la conducción estratégica de Cristina para imponer las condiciones que permitan que haya un solo candidato que exprese al peronismo en las próximas elecciones, y que casualmente sea el que “mas mide” según los fabricadores de encuestas, y además, como si fuera poco, sea aquél que resulta mas confiable para los intereses de las corporaciones. 


Sigue siendo tarea impostergable de la militancia generar las condiciones políticas para que el próximo candidato exprese la profundización de éste proyecto. Pero también, se suma a ello, la necesidad que se consolide una sola candidatura que logre sintetizar a los compañeros que genuinamente expresan la conducción política de Cristina y el sentido propio de éste proyecto nacional. 


Darle batalla al que “mas mide” desde una propuesta de síntesis y unidad, es un objetivo para la militancia, para seguir construyendo mas sólidamente ese muro que le ponga freno a la restauración neoliberal, y que esa pared, tenga menos bosta, y más barro. 


El Poeta Ramón del Valle Inclán dijo alguna vez que “Lo mismo da triunfar, que hacer gloria la derrota”, nosotros estamos decididos a hacer todo lo contrario. Somos conscientes que una derrota del Frente para la Victoria en las próximas elecciones es el peor escenario para nuestro pueblo, que los trabajadores y los mas humildes no tienen tiempo para boludeces. Por mas bosta que tenga aquél muro que estamos construyendo, debemos sostenerlo para que el proyecto del enemigo no le pase por arriba a las conquistas alcanzadas. 


Por eso, la consigna “a los noventa no volvemos” también la decimos con los dientes apretados, porque asi como estamos dispuestos a seguir construyendo ese muro que ponga freno al neoliberalismo, también estamos dispuesto a no dejar piedra sobre piedra que no sea peronista.-


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